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  • El aficionado tiene una larga lista de temores. Entre los primeros hay dos: La soledad y el silencio. La aficionada teme la soledad y el silencio porque necesita evitar, a toda costa, la voz dentro de su cabeza que le indicaría su vocación y su destino. Por eso busca la distracción. El aficionado valora la superficialidad y rehúye la profundidad. La cultura de Twitter y Facebook es el paraíso del aficionado.