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  • No sólo debemos proteger el campo y salvarlo de la destrucción, debemos restaurar lo que ha sido destruido y salvar la belleza y el encanto de nuestras ciudades... Una vez destruido nuestro esplendor natural, nunca podrá recuperarse. Y una vez que el hombre ya no pueda pasear con belleza ni maravillarse ante la naturaleza, su espíritu se marchitará y su sustento se desperdiciará.

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