-
No es de extrañar que las colinas y arboledas fueran los primeros templos de Dios, y cuanto más se talan y tallan en catedrales e iglesias, más lejano y tenue parece el Señor mismo.
No es de extrañar que las colinas y arboledas fueran los primeros templos de Dios, y cuanto más se talan y tallan en catedrales e iglesias, más lejano y tenue parece el Señor mismo.