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  • En la cuesta abajo de la vida, cuando veo que estoy decayendo, que mi suerte no sea menos afortunada que la de un cómodo sillón para reclinarme, y un catre que mire al ancho mar; con un poni andante que pasee por el césped, mientras canto villancicos para alejar la pena ociosa, y alegre como la alondra que cada día saluda el amanecer, mirar hacia adelante con esperanza para mañana.