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La valoración que el soñador hace de una cosa perdida -no la de otro hombre- es el único patrón para medirla, y su dolor por ella la hace grande y fina, y es digna de nuestra reverencia en todos los casos.
La valoración que el soñador hace de una cosa perdida -no la de otro hombre- es el único patrón para medirla, y su dolor por ella la hace grande y fina, y es digna de nuestra reverencia en todos los casos.