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  • Entramos en el parlamento para proveernos, en el arsenal de la democracia, de sus propias armas. Si la democracia es tan estúpida como para darnos billetes y sueldos gratis por el trabajo de este oso, es asunto suyo. No venimos como amigos, ni siquiera como neutrales. Venimos como enemigos. Como el lobo irrumpe en el rebaño, así venimos nosotros.