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  • El que pregunta a los adivinos el porvenir, pierde sin darse cuenta una intimación interior de los acontecimientos venideros, mil veces más exacta que todo lo que ellos puedan decir. Está impulsado por la inercia, más que por la curiosidad, y nada se parece más a la apatía sumisa con la que escucha la revelación de su destino que la destreza alerta con la que el hombre de coraje pone sus manos sobre el futuro.

    Walter Benjamin, Marcus Paul Bullock, Michael William Jennings, Howard Eiland (1996). “Selected Writings: 1913-1926”, p.482, Harvard University Press