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  • Si se pregunta de dónde deriva la autoridad de los fines fundamentales, puesto que no pueden ser enunciados y justificados meramente por la razón, sólo cabe responder: existen en una sociedad sana como tradiciones poderosas, que actúan sobre la conducta y las aspiraciones y juicios de los individuos; están ahí, es decir, como algo vivo, sin que sea necesario encontrar justificación para su existencia.