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  • La imaginación masculina vive en un estado de revuelta perpetua contra las limitaciones de la vida humana. En términos teológicos, se podría decir que todos los hombres, abandonados a sí mismos, se convierten en gnósticos. Pueden pavonearse como pavos reales, pero en el fondo todos piensan que el sexo es una indignidad y desearían poder engendrarse a sí mismos. De ahí la agresiva hostilidad hacia las mujeres tan manifiesta en la mayoría de las historias de clubes de coches.