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  • No debemos hacer que las ideas de satisfacción y aspiración se peleen, porque Dios las hizo amigas íntimas. Un hombre puede aspirar y, sin embargo, estar muy contento hasta que llegue el momento de elevarse; y tanto volar como descansar no son más que partes de un mismo contentamiento. El fruto mismo del Evangelio es la aspiración. Es para el corazón lo que la primavera es para la tierra, haciendo que cada raíz, brote y rama desee ser más.

    Henry Ward Beecher (1858). “Life thoughts gathered from the extemporaneous discourses of Henry Ward Beecher, by E.D. Procter”, p.72