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  • Todas las criaturas comparten tres de los cuatro elementos, pero el fuego fue un don exclusivo de los humanos. Fumar cigarrillos es lo más íntimo que podemos llegar a ser con el fuego sin sufrir una atrocidad inmediata. Cada fumador es una encarnación de Prometeo, que roba el fuego a los dioses y se lo lleva a casa. Fumamos para capturar el poder del sol, para apaciguar el infierno, para identificarnos con la chispa primordial, para alimentarnos de la médula del volcán. No es el tabaco lo que buscamos, sino el fuego. Cuando fumamos, estamos realizando una versión de la danza del fuego, un ritual tan antiguo como el rayo.

    "Still Life with Woodpecker". Book by Tom Robbins, 1980.