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  • Nuestras almas exigen el Purgatorio, ¿no es así? ¿No se rompería el corazón si Dios nos dijera: Es verdad, hijo mío, que tu aliento huele y tus harapos gotean barro y lodo, pero aquí somos caritativos y nadie te reprochará estas cosas, ni te apartará de ellas. ¿Entrar en la alegría? No deberíamos responder: Con sumisión, señor, y si no hay inconveniente, prefiero que me limpien primero. Puede doler, ya sabéis; aun así, señor.

    C.S. Lewis (1996). “Joyful Christian”, p.222, Simon and Schuster