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  • El hombre caído no es simplemente una criatura imperfecta que necesita mejorar: es un rebelde que debe deponer las armas. Bajar los brazos, rendirse, pedir perdón, darse cuenta de que se ha ido por mal camino y disponerse a recomenzar la vida desde los cimientos: ésa es la única manera de salir de un "agujero". Este proceso de rendición -este movimiento a toda velocidad- es el arrepentimiento.