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  • Cuando conozco a alguien, miro sus ojos y su sonrisa y busco primero lo bueno: es fácil encontrarlo cuando lo buscas. Dejas que una persona brille con su propia luz e intentas conectarla con la tuya. Nada más saludar, voy directa a esa luz, ¡y me da igual quién seas! Sé que todos somos trozos de lo mismo: voy a por esa luz común porque sé que está en todos nosotros.