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  • ¡Cómo me gustaría que todos los hombres y mujeres de buena voluntad miraran a la Cruz, aunque sólo fuera por un momento! Allí podemos ver la respuesta de Dios: a la violencia no se responde con violencia, a la muerte no se responde con el lenguaje de la muerte. En el silencio de la Cruz cesa el estruendo de las armas y se habla el lenguaje de la reconciliación, del perdón, del diálogo, de la paz.