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  • Amemos también a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Tengamos caridad y humildad. Demos limosna porque ésta limpia nuestra alma de las manchas del pecado. Los hombres pierden todas las cosas materiales que dejan tras de sí en este mundo, pero llevan consigo la recompensa de su caridad y de las limosnas que dan. Por ellas recibirán del Señor el premio y la recompensa que merecen.