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  • Empecé con Los huéspedes no invitados pensando que sabía qué tipo de placeres eduardianos me esperaban: la tensa cena en una casa en peligro, la familia enemistada, el pretendiente rico, los visitantes molestos. La novela tiene todas esas cosas deliciosas, pero también desafió todas y cada una de mis expectativas. No me esperaba nada. La leí de un tirón y terminé con ganas de regalársela a todos mis conocidos.