-
Ser hijo o hija de Dios también significa ser de la realeza. Este es el mayor de los privilegios, pero también es una responsabilidad impresionante. Si estás verdaderamente agradecido a Dios y quieres agradarle de todo corazón, debes hacer algo más que reconocer tu propia autoridad. Debes usarla. Él te pide que des amor tan libremente como lo has recibido, no sólo a quienes lo merecen, sino también a todos los que Él pone delante de ti.