El campo de la atención oncológica estadounidense está organizado en torno a un monopolio médico que garantiza un flujo continuo de dinero a las empresas farmacéuticas, las firmas de tecnología médica, los institutos de investigación y las agencias gubernamentales como la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) y el Instituto Nacional del Cáncer (NCI) y organizaciones cuasi públicas como la Sociedad Americana del Cáncer (ACS).