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  • El corazón puede pensar que sabe más: los sentidos saben que la ausencia borra a las personas. En realidad, no tenemos amigos ausentes. El amigo se convierte en traidor al romper, aunque sea involuntaria o tristemente, nuestra propia zona: se emite un duro juicio sobre él, a pesar de todas las súplicas del corazón.

    Elizabeth Bowen (2015). “The Death Of The Heart”, p.163, Random House