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  • Soy tan aficionado al lenguaje colorido como cualquiera, pero procuro no infligirlo a los desconocidos. Sospecho que mucha gente siente que debería tener mejores modales y sólo necesita un empujoncito. En el instituto, Stanley Hynes, profesor de inglés, se dirigió a mí por primera vez en mi vida como "Mister Ebert", y su formalidad transformó su clase en un lugar donde reinaba cierta cortesía.