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Tras el hundimiento del socialismo, el capitalismo se quedó sin rival. Esta situación insólita desató su codicia y, sobre todo, su poder suicida. Ahora se cree que todo -y todos- es juego limpio.
Tras el hundimiento del socialismo, el capitalismo se quedó sin rival. Esta situación insólita desató su codicia y, sobre todo, su poder suicida. Ahora se cree que todo -y todos- es juego limpio.