Vivimos una época de problemas y desconcierto, en la que ninguno de nosotros puede prever o predecir el futuro. Pero, sin duda, es en tiempos como éstos, cuando tanto de lo que apreciamos está amenazado o en peligro, cuando más nos sentimos impulsados a fortalecer nuestros recursos internos, a dirigirnos a las cosas que no tienen valor de noticia porque mañana serán las mismas que fueron ayer y hoy: las cosas que perduran, las cosas que los más sabios, los más previsores de nuestra raza y especie se han inspirado para expresar en formas que puedan inspirarnos a su vez.