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Nuestros hijos no se han hecho esto a sí mismos. Ellos no deciden el contenido de azúcar de un refresco o el contenido publicitario de un programa de televisión. Los niños no eligen lo que se les sirve para comer en la escuela, y no deberían decidir lo que se les sirve para cenar en casa. Y no deciden si hay tiempo en el día o espacio en el presupuesto para aprender sobre alimentación sana o pasar tiempo jugando al aire libre.