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  • Me doy cuenta de que los recuerdos que más aprecio no son los éxitos de la primera noche, sino las cosas sencillas y cotidianas: pasear por nuestro jardín en el campo después de llover; sentarnos a la puerta de un café en la Provenza, bebiendo el vin de pays; alojarnos en un hotelito de una ciudad de mercado inglesa con Larry, en los primeros días después de nuestro matrimonio, cuando él servía en la Fleet Air Arm y yo estaba de gira por Escocia, de modo que teníamos que hacer largas caminatas para pasar los fines de semana juntos.