-
Sólo cuando amamos a Dios y a Cristo con todo nuestro corazón, alma y mente, somos capaces de compartir este amor con nuestro prójimo mediante actos de bondad y servicio... Cuando este amor puro de Cristo - o caridad - nos envuelve, pensamos, sentimos y actuamos más como el Padre Celestial y Jesús pensarían, sentirían y actuarían. Nuestra motivación y deseo de corazón son semejantes a los del Salvador.