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La experiencia de la democracia es como la experiencia de la vida misma: siempre cambiante, infinita en su variedad, a veces turbulenta y tanto más valiosa por haber sido puesta a prueba por la adversidad.
La experiencia de la democracia es como la experiencia de la vida misma: siempre cambiante, infinita en su variedad, a veces turbulenta y tanto más valiosa por haber sido puesta a prueba por la adversidad.