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  • ¿Soñaste conmigo?", le preguntó. "Sí", admitió ella a regañadientes. Lo había soñado. Había soñado con sus manos acariciándola, con su boca devorándola. Sus exuberantes labios esbozaron una sonrisa sorprendida pero complacida. "Estabas desnuda", le dijo. Su sonrisa se extendió y sus ojos brillaron de satisfacción. "Y atada...". Arqueó las cejas en un gesto de petulante expectación. "No sabía que la idea del bondage te gustara". "Oh, me encanta la idea de atarte". Hizo una pausa dramática. "Igual que en mi sueño, estarás atado a un hormiguero y los bichitos te comerán vivo.

    Gena Showalter (2012). "El rey ninfa", p.133, Harlequin