La pasión. Está en todos nosotros. Dormida... esperando... y aunque no lo deseemos, sin que lo pidamos, se agitará... abrirá sus fauces y aullará. Nos habla... nos guía. La pasión nos gobierna a todos. Y obedecemos. ¿Qué otra opción tenemos? La pasión es la fuente de nuestros mejores momentos. La alegría del amor... la claridad del odio... el éxtasis del dolor. A veces duele más de lo que podemos soportar. Si pudiéramos vivir sin pasión, tal vez conoceríamos algún tipo de paz. Pero estaríamos vacíos. Habitaciones vacías, cerradas y húmedas. Sin pasión, estaríamos realmente muertos.