Autores:
  • ¡Dios mío! La gente dice. ¡Tienes tanto autocontrol! Y más tarde: Dios mío. Estás tan, tan enfermo. Cuando la gente dice esto, gira la cabeza, has ganado tu jueguito. Has demostrado tu tesis de que nadie me quiere, nadie me odia, supongo que sólo comeré gusanos. Puedes volver a hundirte en la cama del hospital, chillando de justa indignación. ¿Ves? Puedes decir. Sabía que me abandonarías. Sabía que te irías.