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  • Hace unos minutos todos los árboles estaban excitados, inclinándose ante la rugiente tormenta, agitándose, arremolinándose, agitando sus ramas en un glorioso entusiasmo como adoración. Pero aunque para el oído externo estos árboles están ahora en silencio, sus canciones nunca cesan.

    John Muir (2011). “My First Summer in the Sierra: Illustrated Edition”, p.94, Houghton Mifflin Harcourt