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No en el clamor de la calle abarrotada, no en los gritos y aplausos de la muchedumbre, sino en nosotros mismos, están el triunfo y la derrota.
No en el clamor de la calle abarrotada, no en los gritos y aplausos de la muchedumbre, sino en nosotros mismos, están el triunfo y la derrota.