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  • Creo que es verdaderamente importante que todos afrontemos en el diálogo la realidad histórica de la Reforma, sus consecuencias y las respuestas que suscitó. Católicos y luteranos pueden pedir perdón por el daño que se han causado mutuamente y por las ofensas cometidas a los ojos de Dios. Juntos podemos alegrarnos del anhelo de unidad que el Señor ha despertado en nuestros corazones, y que nos hace mirar con esperanza hacia el futuro.