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  • El arce azucarero destaca por su limpio tobillo. Las arboledas de estos árboles parecían vastos cobertizos forestales, sus ramas se detenían cortas a una altura uniforme, a cuatro o cinco pies del suelo, como aleros, como si hubieran sido recortadas con arte, de modo que se podía mirar por debajo y a través de toda la arboleda con su frondoso dosel, como bajo una tienda cuya cortina está levantada.

    Henry David Thoreau, Ralph Waldo Emerson (1866). “A Yankee in Canada: With Anti-slavery and Reform Papers”, p.6