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  • Cuando interpretamos música, describimos el eco del retablo de formas naturales, sus formas y disposiciones, tal y como las descubre la imaginación del compositor, que sin embargo debe filtrarse a través de la nuestra. No hay otro camino. Y al reconocer este cuadro, esta revelación, debemos "vacilar", debemos dudar, como dudó el compositor, porque ninguna creación válida puede salir sin cicatrices de la duda, de ese vasto flujo de asombro que precede a la construcción del ser.