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  • Nadie escapa de estar herido. Todos somos personas heridas, ya sea física, emocional, mental o espiritualmente. La cuestión principal no es "¿Cómo podemos ocultar nuestras heridas?" para no tener que avergonzarnos, sino "¿Cómo podemos poner nuestras heridas al servicio de los demás?". Cuando nuestras heridas dejan de ser una fuente de vergüenza y se convierten en una fuente de curación, nos hemos convertido en sanadores de heridos.