Hay veces en las que me siento completamente incómodo cuando mis obras se interpretan en público, y no he asistido a ciertos conciertos porque la perspectiva se asemeja a tener que leer un diario en el escenario. Pero también hay situaciones -ya sea con un público de uno o de muchos- en las que la experiencia del concierto puede ser profundamente especial, y esas experiencias son a menudo impredecibles, y maravillosas cuando ocurren.