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Pero los problemas de perpetuar una sociedad jerárquica van más allá. Un grupo dirigente sólo puede caer del poder de cuatro maneras. O es conquistado desde fuera, o gobierna de forma tan ineficaz que las masas se rebelan, o permite que surja un grupo intermedio fuerte y descontento, o pierde su propia confianza en sí mismo y su voluntad de gobernar.