He visto a una familia entera salir de la pobreza y entrar en la opulencia por la simple bendición de una pierna rota. He visto a gente venir a mí en muletas, con lágrimas en los ojos, para bendecir a esta institución benéfica. En todas mis experiencias de la vida, no he visto nada tan seráfico como la mirada que aparece en el rostro de un hombre recién mutilado cuando busca en el bolsillo de su chaleco con la mano que le queda y encuentra su boleto del accidente.