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  • Puedo decir que el Gran Yellowstone, desde los Tetons hasta el valle de Lamar, donde aúllan los lobos y vagan los osos pardos, actúa como mi columna vertebral, mi memoria que me une al paisaje de Otro. Y que el océano, desde la costa rocosa de Maine hasta los Everglades de Florida, pasando por los imponentes acantilados de Big Sur, me sostiene, me recuerda que no somos nada sin agua salada, viento y olas.

    Fuente: therumpus.net