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  • Bienaventurados los que han conocido la meditación. Sólo esos pocos son los bienaventurados; los demás simplemente andan a tientas en la oscuridad. La meditación te da una luz interior, y entonces dondequiera que estés hay luz y todo lo que hagas, lo haces en plena luz y claridad. De ahí que nunca haya culpa, ni arrepentimiento, ni mirada atrás. Cualquier cosa que uno haga, uno siente que es lo único que se puede hacer. Siempre es lo correcto.