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  • Se puede ser la persona más inteligente del mundo -y Bill Clinton lo es, y si no lo es, lo es su esposa- y preocuparse más que nadie en el mundo -y lo hace, no lo dudo ni por un minuto. Y puede importarte tanto que estés dispuesto a ser deshonesto: puedes decirle a la gente una cosa pero hacer otra porque sabes de verdad que es por su propio bien. Y aún así lo estropearás todo. Porque toda la premisa de lo que estás haciendo está mal.