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  • Nuestros sentidos no perciben ningún extremo. Demasiado sonido nos ensordece; demasiada luz nos deslumbra; demasiada distancia o proximidad entorpece nuestra visión. Demasiada extensión y demasiada brevedad de discurso tienden a la oscuridad; demasiada verdad es paralizante.... En resumen, los extremos son para nosotros como si no lo fueran, y no estamos a su alcance. Se nos escapan, o nosotros a ellos.