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  • Los hombres de ninguna parte, este u oeste, viven todavía una vida natural, alrededor de la cual se aferra la vid, y a la que el olmo hace sombra de buena gana. El hombre la profanaría con su tacto, y así la belleza del mundo permanece velada para él. Necesita no sólo espiritualizarse, sino naturalizarse, en el suelo de la tierra.

    Henry David Thoreau (2016). “A Week on the Concord and Merrimack Rivers”, p.269, Xist Publishing