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  • Para instalarnos en la quietud de nuestro propio ser debemos aprender a desapegarnos de los resultados de nuestra propia actividad. Debemos contentarnos con vivir sin vernos vivir, con trabajar sin esperar una recompensa inmediata, con amar sin una satisfacción instantánea y con existir sin ningún reconocimiento especial. Sólo cuando estamos desapegados de nosotros mismos podemos estar en paz con nosotros mismos.