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  • El niño a quien se permite atormentar o destruir el objeto más insignificante de la creación, que pisa sin miramientos un gusano o atraviesa inhumanamente el cuerpo de una mosca con un alfiler, no sentirá con toda probabilidad, a medida que crezca, más remordimiento al atormentar a un semejante que al presenciar las agonías de una mosca.