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  • La mayor virtud humana no guarda proporción con la vanidad humana. Siempre nos creemos mejores de lo que somos, y generalmente deseamos que los demás nos consideren aún mejores de lo que nos creemos nosotros mismos. Alabarnos por acciones o disposiciones que merecen alabanza no es conferir un beneficio, sino pagar un tributo. Siempre tenemos pretensiones a la fama que, en nuestros propios corazones, sabemos que son discutibles, y que estamos deseosos de fortalecer mediante un nuevo sufragio; siempre tenemos esperanzas que sospechamos que son falaces, y de las que nos aferramos con avidez a cualquier confirmación.

    Samuel Johnson (1848). "The Wisdom of the Rambler, Adventurer, and Idler", p.216