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  • ¿Puede el hombre estar tan afectado por la edad que ni el más leve rayo de sol de su juventud pueda volver a visitarle una vez al año? Es imposible. El musgo de nuestra mansión desgastada por el tiempo resplandece de belleza; y el buen pastor anciano, que una vez habitó aquí, renovó su flor y recobró su niñez en la brisa genial de su nonagésima primavera. ¡Ay del alma gastada y pesada, si, ya sea en la juventud o en la vejez, ha sobrevivido a su privilegio del resplandor primaveral!

    Nathaniel Hawthorne (1982). “Tales and Sketches”, p.833, Library of America