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  • Nada puede ser más conmovedor que contemplar a una mujer suave y tierna, que había sido toda debilidad y dependencia, y viva a cada trivial aspereza mientras hollaba los prósperos senderos de la vida, elevándose repentinamente en fuerza mental para ser el consuelo y apoyo de su marido bajo la desgracia, y soportando con inquebrantable firmeza el más amargo golpe de la adversidad.

    Washington Irving (1834). “The Complete Works: With a Memoir of the Author”, p.231