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Los adultos siempre dicen a los jóvenes: "Estos son los mejores años de tu vida". ¿Lo son? No lo sé. A veces, cuando los adultos dicen esto a los niños, les miro a la cara. Parecen alguien en el asiento superior de la noria que ha comido demasiado algodón de azúcar y barbacoa. Les gustaría bajarse y ponerse enfermos, pero todo el mundo les sigue diciendo lo bien que se lo están pasando.